lunes, 17 de enero de 2011

tolerance in abundance


Las vacaciones infantiles son un momento para respirar profundo, llenarse de paciencia y tolerancia y saber que hay un largo camino por recorrer hasta marzo.
Sabiendo que aun así,a veces no es suficiente,elijo como siempre el escape mental, a través de recreos literarios.
Leí "El sueño del celta" de Mario Vargas LLosa. A pesar de ser un libro muy duro, la historia es atrapante y siempre es valido volver a conocer datos históricos. En este caso el mal trato a los indígenas en el Congo Belga, época de Alfonso 2do. y en Putumayo.
Fuera de la trama, es interesante el miedo que tantas veces sufre el personaje, Roger Casement, de contagiarse de la maldad que él cree no tener , de tanto convivir con otros que sí la tienen, y en entornos donde es el único lenguaje posible. Es tal el horror de las cosas que atestigua día tras día, durante años, que teme perder la cordura, y no distinguir el bien del mal.
A través de la historia, hay tantos ejemplos del contagio de la maldad entre unos y otros, en tantos casos. Pero es la primera vez que pienso en primer persona, como Casement, si es posible algo semejante. Hasta donde tiene que llegar la locura para uno perder el sentido del bien.
Ahora estoy leyendo "La sociedad de la nieve", la historia de los sobrevivientes de la catástrofe en los Andes, en 1972, y veo el caso opuesto. Como en situaciones extremas, lo que se contagió y los hizo sobrevivir fue el amor total. Hablan de la apertura de la cuarta pared, la espiritual. La perdida total del ego y la noción de igualdad entre ellos. También del cuidado y medida de las propias fuerzas.
No se porque me llegaron dos historias tan fuertes una atrás de la otra y porque las seguí leyendo a pesar de lo torturantes que me resultaron, creo que un poco para probarme que puedo leer algo semejante, por años creí no ser capaz.
Lo que mas creo, es que nada es por casualidad.