viernes, 18 de marzo de 2016

S

Hoy cuando la dejé a mi hija S en el colegio, me dijo; "Te quiero mas que nunca". Y fuí lo mas feliz que recuerdo hace tiempo.

Así empieza lo malo

Leímos en el Book Club: "Así empieza lo malo", de: Javier Marias.
Comparto esta parte:
Cuando uno renuncia a eso, cuando uno renuncia a saber lo que no se puede saber, quizá entonces, parafraseando a Shakespeare, quizá entonces empieza lo malo, pero a cambio lo peor queda atrás.

‘Dentro de nada dejaré de pertenecer a los necios e incompletos vivos y seré como nieve que cae y no cuaja, como lagartija que trepa por una soleada tapia en verano y se detiene un instante ante el perezoso ojo que no va a registrarla. Seré lo que fue, y que al no ser más, ya no ha sido. Seré un susurro inaudible, una fiebre pasajera y leve, un rasguño al que no se hace caso y que se cerrará en seguida. Es decir, seré tiempo, lo que jamás se ha visto, ni puede nunca ver nadie’.

Nos afanamos por conquistar las cosas sin pensar, en el ahínco, que jamás estarán seguras, que rara vez perseveran y son siempre susceptibles de pérdida, nada está nunca ganado eternamente, a menudo libramos batallas o urdimos maquinaciones o contamos mentiras, incurrimos en bajezas o cometemos traiciones o propiciamos crímenes sin recordar que lo que obtengamos puede no ser duradero (es un viejísimo defecto de todos, ver como final el presente y olvidar que es transitorio, por fuerza y desesperantemente), y que las batallas y maquinaciones, las mentiras y bajezas y traiciones y crímenes se nos aparecerán como baldíos una vez anulado o agotado su efecto, o aún peor, como superfluos: nada habría sido diferente si nos los hubiéramos ahorrado, cuánto denuedo inservible, qué malgasto y desperdicio.

… ‘Lo bueno y lo ambiguo y lo contradictorio y lo malo, los crímenes y las heroicidades, la malevolencia y el desprendimiento, la rectitud y el engaño, el rencor que jamás se atenúa y el perdón obtenido por la fatiga de la víctima, la renuncia y la palabra dada y el artero aprovechamiento, condenado todo al encogimiento de hombros, a ser ignorado por los que vienen después y nos suceden, ocupados en sus propias pasiones y con ellas ya tienen bastante, indiferentes a cuanto ocurriera antes de pisar ellos la tierra, en la que se limitarán a superponer sus huellas a las de sus infinitos predecesores e iguales, sin saber que sólo imitan y que nada está inexplorado; todo destinado a la confusión y la mezcla, a la nivelación y el olvido y a flotar en un repetitivo magma del que sin embargo nadie se cansa, o es que ninguno hemos hallado nunca el camino para desgajarnos’.